Así han sido los ataques de veganos contra carnicerías francesas

No se salvan, pescaderías ni restaurantes que venden pato o pollo. Se multiplican las acciones de grupos veganos radicales en Francia. ¿Violencia en los límites del terrorismo o acciones para despertar consciencia? Un debate que apenas comienza.

Llevando barba hípster y vestido con una bata negra impecable, en lugar de la tradicional blanca y ensangrentada, Eric decidió hace un año y medio abrir una carnicería en cercanías de la Plaza de Daumesnil, al este de París. Este treintañero se define como una persona respetuosa de las elecciones de los demás y dice que apoya tanto las causas LGBTI como los derechos de los extranjeros.

Su carnicería solo vende carne orgánica y escoge sus proveedores entre quienes tienen certificados de un tratamiento ético de los animales que sacrifican.

“Miedo no es la palabra. Sé que no van a venir a matarme, pero también es cierto que no me gustaría llegar a trabajar una mañana y encontrar las vitrinas rotas”, dice, a propósito de los recientes ataques de activistas veganos contra carnicerías francesas.

No lejos de su local hay una placa que conmemora a los 75 habitantes de un mismo conjunto residencial que por ser judíos fueron detenidos por la policía francesa y enviados rumbo a Auschwitz.

Hay quienes allí verían un guiño por la historia de vitrinas rotas con las que empezó el holocausto.

 

“La explotación colonial, los campos de concentración y los mataderos siguen el mismo principio: el más fuerte dicta los criterios éticos. El antiespecismo se opone a ese tipo de jerarquías y no tiene miedo a hacerlo saber”, dice una joven de 32 años, aclarando que esta comparación no pretende ser una burla hacia las víctimas sino una manera de demostrar que ciertos episodios de la historia que hoy nos horrorizan fueron en su momento tolerados.

Dice también que si hasta el año pasado no le importaba que le tomaran fotos y se citara su verdadero nombre, ahora sabe que su precario empleo como profesora sustituta en varios colegios de la región parisina estaría en riesgo, porque el veganismo es cada vez más señalado como una “ideología radical”, lo que sea que eso quiera decir.

“Pero no tengo miedo”, dice, sin saber que Eric también ha dicho “Miedo no es la palabra”.

Señales de alarma

Detrás de las acusaciones que han hecho que los carniceros y los veganos, (que ya se detestaban), empiecen a tenerse miedo (aunque no lo nombren) está Jean-Francois Guihard. Al frente de la Confederación Francesa de Comerciantes de Carne desde abril del 2017, Guihard ha expresado en varias ocasiones lo que él considera una radicalización del veganismo en Francia. Según las cifras de su organización gremial, al menos cincuenta establecimientos han sido atacados en lo que va del 2018.

Si la cifra parece insignificante para un sector que cuenta con más de 18.000 establecimientos, la agresividad de algunas de estas acciones, en particular en el norte del país, lo llevó a publicar el pasado 21 de junio una carta abierta en la que se quejaba de la “Mediatización excesiva del modo de vida vegano” y en la que tildaba los ataques como “nada más y nada menos que actos terroristas”.

Menos de dos semanas después, Guihard fue recibido en el Ministerio del Interior. “Hay que mantener las cosas en proporción”, dice la profesora activista. “La industria de la carne está asumiendo el papel de víctima, que, en términos de imagen, les funciona mejor que la del lobbyeconómico que en realidad son. Muchas de las acciones que ellos están contando como ‘agresiones’ no fueron más que simples calcomanías pegadas en una ventana”.

Las estrategias de los veganos han incluido regar la entrada de los almacenes con sangre falsa o acercarse a los locales en momentos de afluencia de clientes, llevando animales muertos, como ocurrió el 22 de septiembre, cuando miembros de la asociación Carnicería Abolición se presentaron con cadáveres de corderitos en varias carnicerías en los alrededores del Boulevard Murat, uno de los sectores más burgueses de París.

“¿Quién nos da el derecho de hacer nacer estos seres, solo para luego matarlos?”, justifica Alizée Denis, una de las participantes de la acción.

¿La batalla da sus frutos?

“Algunos de los miembros de esos grupos estaban con nosotros antes y se fueron porque no nos consideraban suficientemente radicales. Pero hay que ver lo poco eficaces que son sus métodos. Presentarse con camisetas que dicen “Carnicero no es una profesión” o con corderos muertos, escandaliza pero no funciona. Cada semana nosotros vamos a los mercados a entregar volantes y el público son señoras de ochenta años que llevan toda la vida comiendo steak. Esa gente se deja hablar y el cambio solo puede venir del diálogo”, dice un militante de la Asociación L214, famosa por los videos filmados sin autorización en mataderos y plantas de ganadería intensiva, para denunciar las condiciones de crianza y sacrificio de los animales que llegan a las mesas europeas.

A pesar de que esos videos fueron filmados de manera clandestina, varios desembocaron en el cierre de los establecimientos.

Si eso no basta, dos estudios parecen sugerir que la combinación de las formas de lucha de los veganos parece estar dando resultado: El Instituto Francés de Opinión Pública anunciaba en una encuesta, a principios de este año, que cerca de tres cuartos de la población francesa están de acuerdo con el final de la cría y sacrificio industrial de animales en el país. Casi simultáneamente, el Centro de Investigaciones Sobre las Condiciones de Vida anunciaba que hoy en día los franceses consumen un 12 % menos de carne que hace diez años.

“Todo se vale”

Menos de una docena de militantes veganos han sido arrestados en Francia durante los últimos años, todos por acusaciones de vandalismo durante manifestaciones, y no por acciones premeditadas. La única condena contra una vegana por “apología al terrorismo” se debió no a un happening militante sino a un trino en el que la internauta expresaba que no sentía compasión por un carnicero asesinado durante una toma de rehenes. Y si en un principio se insinuó que el incendio que el pasado 27 de septiembre destruyó un matadero en el departamento de Ain podía ser obra de un grupo proveganismo, el origen parece haber sido accidental.

Vegan Corporation, una de las asociaciones señaladas como radicales, ha hecho saber, vía un comunicado de prensa, que conoce y asume que algunas de las acciones veganas puedan resultar en procesos legales, pero que no condena ningún método para despertar conciencia sobre la crueldad que representa el consumo de carne. “Las vitrinas no tienen ni rostros ni lágrimas”, afirman. “Nuestro único límite es el respeto a la vida humana”.

 

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